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Foto del escritorRicardo Milla Toro

Una censura con sentido

Actualizado: 11 oct 2021



por Ricardo Milla Toro

Hay que ser demasiado ingenuo para creer en las palabras de una tecnócrata que solo ha estado favoreciendo a los poderosos en vez de pensar en nosotros, los ciudadanos. Incluso algunos izquierdistas piensan que los congresistas no han entendido qué es Reactiva Perú. Lo cual ya linda con lo macabro y no solo de ingenuidad.

La ministra Alva ha dicho que Reactiva Perú es un préstamo entre privados y no un desembolso del dinero del Estado. Es un banco que le da plata a una empresa. Hasta ahí todo estaría bien sino fuera porque el garante es el Estado. Esto es, que, si la empresa no paga su préstamo, el Estado (o sea, todos nosotros) tendría que pagarlo.

Así, la titular del MEF ha querido pasear a los congresistas y nos quiere ver la cara de idiotas. Cree que le vamos a creer el cuento de que se trata de una transacción entre privados y que el tesoro público quedará intacto. Nada más alejado de la realidad. No solo muestra ser una marioneta del empresariado, sino que no tiene sangre en la cara para mentirnos descaradamente, porque toda verdad a medias es una mentira.

Sí, claro, esperemos de la buena voluntad de los empresarios, como dijo ella, ¿no? Al final, los empresarios piensan en el bienestar de la gente, ¿no? No puede ser posible que piensen en no pagar una deuda que saben que el Estado pagaría, ¿no? Se han comportado tan bien en esta pandemia dando tantas facilidades para nuestras deudas, ¿no?


Ya, así de estúpidos nos cree esta ministra.

Tendría que responder por qué la empresa de su padre ha sido tan beneficiada desde que ella está en esa cartera ministerial. Pero no, en Perú, el país donde vivimos de rodillas ante la clase empresarial “porque da trabajo” los corruptos se zurran en el pueblo, se dejan coimear por las empresas y aquí no pasó nada.

Es urgente censurar a la marioneta de la Confiep.

Vizcarra tiene que entender de una vez que no puede poner a quien se le da la gana como ministro. El pueblo, por medio del parlamento, debe hacerse respetar (a pesar de lo deplorable que puede ser muchas veces el Congreso).

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